El regreso
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Medicinas
jueves, 11 de junio de 2009

Ni que decir tiene que a Richard Prior lo meterían hoy en la cárcel por decir tales cosas, a otro incomodísimo intelectual judío llamado Lenny Bruce lo encarcelaron por menos. La nada global nos obliga a decirlo todo con mucho cuidado, y el humor sufre. Los tabúes mientras tanto se multiplican. Desde que Oprah Winfrey ha sustituido a Harold Bloom como gurú literario, los libros son todavía más cursis. Harold Bloom se manejaba entre las verdades del barquero con petulante solemnidad; Oprah, en cambio, ha inventado una sensibilidad nueva que condena a la literatura al saloncito de las buenas intenciones.
La política mientras tanto sufre una enfermedad muy parecida. Se impone la presunción de bondad frente a la crueldad del análisis. Nadie quiere pagar el precio de la lucha. De ahí que palabras vacías como repudia, condena o solidaridad le ganen día a día el terreno a la acción efectiva. Frente al horror hay que disponer de un arsenal suficiente de comunicados. Mensajes navideños desposeídos de capacidades reales que ponen el alma a resguardo sin arriesgar un solo paso. Si la medicina siguiera las pautas de la política, estaríamos ya todos muertos. Se condenaría el cáncer, se repudiaría la gripe, se mostraría el más firme apoyo con los que sufren la injusticia del dolor de muelas, pero el armario de las medicinas permanecería cerrado.
Afortunadamente, los médicos no se presentan a la reelección y se dedican a luchar contra las enfermedades, no a opinar sobre ellas. No hay posiciones morales contra la peste. Conviene recordar que en los hospitales sólo entra Dios cuando los médicos ya han fracasado, o cuando han llegado, con las armas en la mano, al límite de sus capacidades.
Por aligerar este comentario y no provocar conclusiones erróneas, me veo obligado a añadir, aunque es evidente, que las armas de la medicina son las de los ángeles buenos y que su batalla es la vida, no la muerte.
Frente al horror habría que desplegar los mapas del conflicto y dejarse la vista en las líneas que conforman cada una de las trincheras y habría que revisar la historia y la proyección de cada una de las posiciones de beligerancia. Habría que sopesar los intereses en juego y las estrategias que defienden dichos intereses.
Atribuir o atribuirse una razón no es tenerla, y volviendo al quirófano, la razón, por sí sola, no cura.
Mientras dividimos el mundo entero entre culpables y mártires, los niños mueren. No soy tan listo como para aventurar las soluciones definitivas a cada conflicto (todo conflicto está hecho de razonables posiciones opuestas y a menudo excluyentes), pero espero al menos ser capaz de levantar una banderita que sustituya la palabra paz y otras grandes palabras vacías por la necesidad de un análisis riguroso, el reconocimiento, por doloroso que sea, de lo ya sucedido, y las posibilidades reales de avance.
El pragmatismo tiene muy mala prensa, pero lo que hace que la gente salga de un hospital mejor de lo que entró no es lo mucho que repudian los médicos la enfermedad, sino lo que hacen por curarla.
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Tu ciudad
martes, 9 de junio de 2009
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El valor de las palabras
domingo, 7 de junio de 2009
Felipe González en EL PAÍS:
"Cuando un responsable político hace una declaración, no está opinando como cualquier ciudadano sobre un problema. Se está comprometiendo con una acción. Por eso roza el ridículo minimizar la importancia del compromiso contraído en El Cairo por el presidente de Estados Unidos, Barack Hussein Obama, diciendo que sólo son palabras.
Con palabras empezó la política de choque de civilizaciones. Con palabras se gestó la Guerra de Irak. Con palabras se inició la satanización del "otro", del que es diferente, convirtiéndolo en enemigo, clasificándolo a partir de arbitrarios ejes de malos y buenos. Y con palabras entramos en un periodo desastroso de unilateralismo y gendarmería internacional, tanto en seguridad como en materia financiera. ¡Ya conocemos muy bien los resultados de aquellas palabras!
Así que es importante que con palabras se inicie un nuevo periodo que sustituya el unilateralismo por un orden internacional basado en la cooperación y el entendimiento. Importa, y mucho, que se sustituya el discurso del choque de civilizaciones y la diplomacia de las cañoneras, por otro de entendimiento, diálogo y respeto al "otro", con una diplomacia que realmente lo sea, sin imponer el poder que se tiene y sin renunciar a defender los valores en los que se basa.
Y sí, importa que se reconozca el sufrimiento del pueblo palestino y sus derechos a disfrutar de un Estado soberano en las fronteras deshechas de la Guerra de 1967, sin olvidar que los judíos soportaron un holocausto como culminación de siglos de persecución y tienen derecho a vivir en paz y con seguridad en el Estado de Israel.
Importa que se declare que Irán tiene derecho al uso pacífico de la energía nuclear y que se le ofrezca un diálogo sin condiciones, recordando el Tratado de No Proliferación y sus obligaciones. Todo eso, de lo que ha hablado con claridad Obama en El Cairo, importa.
Ser la primera potencia del mundo comporta respetar a los demás y hacerse respetar, entre otros medios por la actitud con los otros. Nunca será respetable quien no respeta a los demás aunque tenga fuerza para imponerse. Será temido y, con frecuencia odiado, pero no respetado.
Obama sabe que no tiene mucho tiempo, ni mucho margen, para transformar las palabras en planes operativos que lo hagan avanzar hacia objetivos de seguridad compartida en Oriente Medio y en el mundo. Pero es absurdo que se le pida lo que no puede, ni debe, dar, como renunciar a la relación de Estados Unidos con Israel. Tan absurdo como que un Gobierno israelí no comprenda que su seguridad no se basa en la guerra permanente, sino en una paz con garantías, basada en el respeto a los derechos de todos y avalada por Estados Unidos y la comunidad internacional.
El mundo árabe cambió su posición en 2002, con el plan de paz del entonces príncipe heredero de Arabia Saudí aprobado en Beirut, y con la reiteración del mismo por la Liga Árabe reunida en Riad en 2007: "Retirada israelí de los territorios ocupados en 1967, incluido los Altos del Golán; solución justa al problema de los refugiados; aceptación de un Estado Palestino independiente en Cisjordania y Gaza, con capitalidad en Jerusalén Este".
A cambio, según esa resolución, "los países árabes darán por finalizado el conflicto con Israel; firmarán un acuerdo de paz para garantizar la seguridad de todos los Estados de la región, y establecerán relaciones con Israel".
Si se superponen esta resolución unánime de la Liga Árabe y el discurso de Obama en la capital egipcia se tienen una parte sustancial de los mimbres para el cesto de la paz en un conflicto que ha sido y es el epicentro de todos los problemas de Oriente Medio, aunque no sea el único.
Éste es el inmenso valor del compromiso contraido por Obama en su discurso del pasado jueves.
Imaginen que una Europa rota por la aventura bélica de Irak, una querella que aún pesa en nuestras posiciones en política exterior, se suma como Unión a Estados Unidos para colaborar en una acción diplomática decidida. El potencial de esa colaboración sería extraordinario.
El histórico conflicto árabe-israelí es para Europa un problema de vecindad, como todos los de Oriente Medio. Por eso es una prioridad, la más importante de sus relaciones con el mundo. La desgracia que nos llevó a la división y al enfrentamiento de posiciones ante la Guerra de Irak puede y debe convertirse ahora en unidad, con Estados Unidos, con la Liga Árabe y con Israel.
No menosprecien las palabras, porque de ellas nacen tanto la guerra como la paz. En El Cairo Obama ha pronunciado las de la paz."
Las palabras de uno de los políticos más carismáticos y comprometidos que ha nacido en este país. Sólo un par de preguntas ¿dónde quedaron los políticos que hacían política?¿dónde se cambiaron trabajo y hechos por eslogans y verborrea? Y lo más importante,¿por qué sólo podemos encontrar una opinión inteligente en un hombre como Felipe González(alejado ya del poder) mientras nuestros mandatarios(gobierno y oposición) se dedican a vanalizar y a difamar al adversario? Espero que de algún lugar, donde quiera que sea, salga un político con ganas de trabajar por el pueblo. Me podrán tachar de idealista, aunque yo aún creo en estos raros especímenes como creo en el lince, a pesar de estar en peligro de extinción.
Publicado por Jerónimo Fernández Gersol en 10:16 0 comentarios
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