jueves, 1 de enero de 2009
Rayos en la niebla,
abren hueco y me hacen ciega
a la perfidia de un mundo cruel,
a la fiereza de un mundo hiel.
Más no por eso callo
y camino por sendas transitadas,
busco un hueco en que ausentarme
de la tierra visitada.
Yo añoro la campiña verde,
el caballo de raza,
el cielo azul
y ver el cabalgar impetuoso
de mi mente en libertad.
Vagando entre tus labios,
naciendo en la pobreza
rechazando al diablo
redondo y brillante
al más tirano
de los tunantes,
al que carga de plomillo
la carne que escapa
del cuerpo mío.
Y si no es suficiente
no descansaré
en la posada del cansancio,
no me embargará
el sueño si no es
el sueño de mejorar
lo mejorable,
de hablar de cosas importantes.
Si en ello me va el aliento,
quisiera dejar patente
en blanca y delgada inquietud,
que nunca me conformé
con lo que la oscuridad me daba
siempre intenté encender
el sol al alba.
Sangre y fuego,
salen en bocanadas
de versos sin rimas,
de pintura grotesca,
de instrumentos amorfos,
de notas malvadas,
de palabras de enojo,
de esta tierra de tesoros
que quizás algún día
yo pueda
desenterrar.

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