
Se acercan las elecciones de los Estados Unidos de Ámerica y me hubiera gustado que no tuvieran tanta repercusión en el mundo, que no ocupasen un espacio en mi blog. Sin embargo, la globalización y el patriotismo flagrante que esgrime dicho país y que le lleva a continuas cruzadas de americanización por el mundo me hacen temer otros cuatro años de la misma receta. No es que dude de la capacidad de Barack Obama para imponerse en las próximas elecciones, sino que McCain ha sabido emplear bien sus armas para recortar la, en principio, gran victoria de los demócratas. Se ha comentado en los medios americanos que, después de las primarias, Obama puede perder el voto del sector más conservador con ideología demócrata; ya que para dicho sector la candidata ideal era Clinton. Muchos de estos votantes potenciales, ven al candidato demócrata como un ídolo de masas que convierte cada aparición en un sermón casi religioso. La vehemencia y el frenesí con el que expone sus ideas, a veces, le hace tan fuerte como débil; granjeandose críticas de radical y extremista. Pero la auténtica verdad es que Obama es un candidato que representa el progreso tras un periodo de estancamiento en la política estadounidense. Puede convertirse en el primer presidente de raza negra en el país: todo un hito cuando apenas hace 50 años muchos de sus iguales eran marginados y objeto de olas de violencia xenófoba.Y no sólo eso, sino que representa la antítesis de la política expansionista de Bush, que aunque no busca nuevos territorios encuentra posibles países "peligrosos" donde invertir militarmente para obtener monetariamente.Un dinero manchado de sangre. Quizá por eso es tachado de radical,por querer destrozar una inercia de ceguera colectiva que ya dura ocho años. Mientras,yo me pregunto ¿es Obama radical por querer aportar humildad a una potencia que cree ser el motor y la polícia del planeta? Yo soy humilde, y si ser radical es eso...yo también soy radical.
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