sábado, 17 de enero de 2009
No puedo parar de rodar,
ladera abajo,
por ahora,me dejo llevar,
es cuestión de tiempo,
volver a morar
en las arenas del desierto.
Donde el aire se vuelve asesino,
y respirar es el suplicio
de sobreponerse al destino
que nos conduce a morir.
Las serpientes en madrigueras,
se esconden, mientras piso
entre rocas y agujeros,
donde huellas pretéritas borraron
el camino que conduce hacia ti.
Los balcones de cera, se derritieron
ante el fuego abrasador
de los abrazos derramados
Las camas de madera,
son hoy cenizas
y la sangre vertida
sueños de la ira
que llegamos a empuñar.
No pido nada a cambio,
sólo descanso y retiro
a lavarme las heridas
con agua y espinas
de la rosa que corté.
Una sensación no deja
de recorrer mi espalda,
y me susurra al oído
que este no es mi último día.
Yo le contesto que ojalá así fuera
así,
descansar,
podría.

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